Madre de Guadalupe

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sábado, 29 de noviembre de 2014

ADVIENTO Tiempo de DESPERTAR



Mc 13, 33-37

La palabra de Jesús ("velad") quiere decir "estén atentos", "estén despiertos".

Despierta tú que duermes, y Cristo será tu luz".

 ¿Estamos despiertos?

 ¿Se mantiene viva nuestra fe o se ha ido apagando en la indiferencia y la mediocridad?

Pensemos en el sentido del Adviento"Maranatha" (ven Señor Jesús).

Porque seguimos esperando una salvación que venga de afuera, material o espiritual, a nuestra medida y no hemos descubierto el alcance de la que ya tenemos. La verdadera salvación está dentro de cada uno.
Esperamos actuaciones espectaculares de Dios. Jesús dijo que no teníamos nada que esperar, que el Reino de Dios está ya dentro de nosotros. Está viniendo en este mismo instante. Si estamos dormidos, seguiremos esperando. Lo que depende de mí no lo puede hacer Dios ni lo puede hacer otro ser humano. Esta es la causa de nuestro fracaso. Seguimos esperando que otro haga lo que solo yo puedo hacer. Lo que hay de Dios en mí, es mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada simplemente tengo que despertar y dejar mi falso yo. Tengo que dejar de creer que soy lo que no soy.  Así me identificaré con todo y con todos.

 "Estar atento" hará que salga del sueño y de la ignorancia para  vivir en la luz.

Estar en el momento presente hará que saboree la vida, y nos encontremos con nuestra verdadera identidad: Esto es "estar despiertos".

domingo, 23 de noviembre de 2014

EL FIN DEL MUNDO

Mt 25, 31-46


Esta parábola del "juicio universal" no es un relato de"final del mundo", como nos hicieron creer,casi de una película de ficción.Se nos hizo creer muchas veces, que la persona religiosa se "salvará".Entonces, la persona religiosa tenía una postura autosatisfecha y de superioridad.

Sin embargo, el mensaje de Jesús es claro: el criterio no es religioso, No tiene que ver con creencias mentales, sino con entrañas compasivas.

Jesús Viene a decir que existe un camino para encontrarse con Dios que no pasa por el templo.
Que no existe nada separado de nada. Por eso, "el Señor" – Dios - vive en todos los seres. Por eso, lo que hacemos a cada uno de ellos, lo estamos haciendo a Dios mismo, que también es nosotros.

Jesús es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».

Nuestra vida es ahora mismo.

 No hay que esperar ningún juicio.

Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren.

Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo.

Ahora estamos decidiendo nuestra vida.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Que clase de Religión practicamos?

Mt 25, 1-13
Jesús  en el templo de Jerusalén con un látigo expulsa del recinto sagrado a los animales que se están vendiendo para ser sacrificados, vuelca las mesas de los cambistas y tira sus monedas.  Con un grito: "No conviertan en un mercado la casa de mi Padre".
Esto desencadenó su detención y rápida ejecución. Atacar el templo era atacar el corazón del pueblo judío: el centro de su vida religiosa, social y económica. El templo era intocable. Allí habitaba el Dios de Israel. Jesús, sin embargo, se siente un extraño en aquel lugar: aquel templo no es la casa de su Padre sino un mercado.
Con su gesto profético, Jesús está denunciando de raíz un sistema religioso, político y económico que se olvida de los últimos, los preferidos de Dios.
Dios no puede ser el encubridor de una religión en la que cada uno busca su propio interés. Jesús no puede ver allí esa "familia de Dios" que ha comenzado a formar con sus primeros discípulos y discípulas.
En aquel templo, nadie se acuerda de los campesinos pobres y desnutridos que ha dejado en las aldeas de Galilea. El Padre de los pobres no puede reinar desde este templo.
 La religión de los que siguen a Jesús ha de estar siempre al servicio del reino de Dios y su justicia.
revisemos si nuestras comunidades son un espacio donde todos nos podemos sentir en "la casa del Padre". Una comunidad acogedora donde a nadie se le cierran las puertas y donde a nadie se excluye ni discrimina. Una casa donde aprendemos a escuchar el sufrimiento de los más desvalidos y no solo nuestro propio interés.
No olvidemos que el cristianismo es una religión profética nacida del Espíritu de Jesús para abrir caminos al reino de Dios construyendo un mundo más humano y fraterno, encaminado así hacia su salvación definitiva en Dios.

domingo, 7 de septiembre de 2014

LA CENTRALIDAD DE JESUS


Mt 18, 15-20
 Mateo hablando de la comunidad emplea el término “hermano” para designar a los miembros de la comunidad. Este texto está a continuación de la parábola de la oveja perdida, que termina con la frase: “Así vuestro Padre no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”. El tema de hoy no es el perdón,va mucho más allá al tratar de ganar al hermano que ha fallado.
El fallo más letal de nuestro tiempo es la indiferencia.
“Donde dos estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Dios está  con cada una de sus criaturas, pero solo se manifiesta (está en medio) cuando hay por lo menos dos. La relación humana es el único marco para que Dios se haga patente. Se trata de estar identificados con la actitud de Jesús, es decir, buscando únicamente el bien del hombre, de todos los seres humanos, también de los que no pertenecen al grupo.
Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el motor de toda comunidad cristiana viva.
Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.
Somos nosotros los que tenemos que centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de renovar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad.
Pero nada tan importante como el volver  a la CENTRALIDAD DE JESUS.

domingo, 27 de julio de 2014

EL TESORO ESCONDIO


Mt 13, 44-52
El evangelio recoge dos breves parábolas de Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren el reino de Dios.
Al parecer, Jesús teme que la gente le siga por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación definitiva en Dios.
No damos un paso en nuestra vida espiritual porque no hemos encontrado el tesoro entre los bienes que ya poseemos. Sin este descubrimiento, todo lo que hagamos por alcanzar una religiosidad auténtica, será pura programación y por lo tanto inútil. Nada vamos a conseguir si previamente no descubrimos el tesoro. Nuestra principal tarea será tomar conciencia de lo que somos. Si lo descubrimos, prácticamen­te está todo hecho. La parábola al revés, no funciona. El vender todo lo que tienes, antes de descubrir el tesoro, que es lo que siempre se nos ha propuesto, no es garantía ninguna de éxito.
 El tesoro es el mismo Dios presente en cada uno de nosotros. Es la verdadera realidad que soy, y que son todas las demás criaturas. Lo que hay de Dios en mí es el fundamento de todos los valores. El Reino, que es Dios, está en mí. Esa presencia es el valor supremo. En cuanto las religiones olvidan esto, se convierten en ideologías esclavizantes. El tesoro, la perla no representan grandes valores sino una realidad que está más allá de toda valoración. El que encuentra la perla preciosa, no desprecia las demás. Dios no se contrapone a ningún valor, sino que potencia el valor de todo lo bueno. Presentar a Dios como contrario a otros valores, es la manera de hacerle ídolo.
Vivimos en una sociedad que funciona a base de engaños. Si fuésemos capaces de llamar a las cosas por su nombre, la sociedad quedaría colapsada. Si los políticos nos dijeran simplemente la verdad, ¿a quién votaríamos? Si los jefes religiosos dejaran de meter miedo con un dios justiciero, ¿cuántos seguirían creyendo? Si de la noche a la mañana todos nos convenciéramos de que ni el dinero ni la salud ni el poder ni el sexo ni la religión eran los valores supremos, nuestra sociedad quedaría paralizada. Solo lo que me hace más humano, y en la medida en que me haga más humano, será positivo.


Tener la referencia del valor supremo, me permite valorar en su justa medida todo lo demás. No se trata de despreciar lo demás, sino de tener claro lo que vale de veras. El “tesoro” nunca será incompatible con todos los demás valores que nos ayudan a ser más humanos. Es una constante tentación de las religiones ponernos en el brete de tener que elegir entre el bien y el mal. Radicalmente equivocado. Lo que hay que tener muy claro es cuales son las prioridades, dentro de los valores, y qué valores son en realidad falsos.

domingo, 13 de julio de 2014

LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS




JESUS ES EL SEMBRADOR Y LA SEMILLA ES DIOS.


“Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé” (Isaías 55, 10-11). 

Evangelizar no es propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en el corazón de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. 

Es importante prestar atención al sembrador y a su modo de sembrar. Siembra de manera abundante. La semilla cae y cae por todas partes, incluso donde parece difícil que la semilla pueda germinar.Siembra su Palabra entre la gente sencilla que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será estéril. 
Jesús ha venido a sembrar en nosotros la palabra de Dios, es decir, a sembrar a Dios en nuestra vida.

domingo, 1 de junio de 2014

ASCENSION DE JESUS despedida de la tierra


Cristo se ha “ido” para estar presente de manera más intensa, más comprometida. Su cielo es nuestra tierra.
Jesús se ha ido.

Pero la despedida es signo de una presencia más honda, de una tarea más fuerte. 

Se ha ido, y es bueno que esté alejado de nosotros, a la derecha de Dios Padre, porque sólo así nos puede dejar en libertad y ofrecernos su Espíritu.

Hablando de una forma simbólica muy honda, tenemos que decir Jesús ha subido hacia la altura de Dios, traspasando el plano de la historia y geografía de la tierra. Ahora se encuentra en un nivel distinto, en ámbito perfecto de gloria y plenitud pascual.
Esa elevación es a la vez promesa de retorno. El mismo Jesús que ha subido volverá. De esa forma, entre ascenso y retorno del Cristo, se abre un tiempo nuevo, propio de la misión y tarea de los hombres.
Jesús se eleva al cielo y así deja un hueco para que los hombres puedan ser plenamente humanos, haciéndose cristianos.
Sin embargo, no pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra, Al parecer, no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día.
En medio de interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida, trabajados por una confianza y una convicción. Cuando parece que la vida se cierra o se extingue, Dios permanece. El misterio último de la realidad es un misterio de Bondad y de Amor. Dios es una Puerta abierta a la vida que nadie puede cerrar.

domingo, 18 de mayo de 2014

RESPUESTAS


HOY JESUS nos da tres respuestas a tantas preguntas que nos hacemos todos los días.
El evangelio nos ubica en la última cena, cuando Jesús se despide de sus discípulos. 
 "Yo soy el camino".
El que  se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado. Esta es la promesa de Jesús.
"Yo soy la verdad". 
No todo se reduce a la razón. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa.
"Yo soy la vida". 
Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano sino como alguien vivo que, desde el fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de  nueva vida.


Este Evangelio de hoy , nos invita a creer en Jesús y creerle a El como se cree en Dios; a creer que, quien lo ve a él, ve al Padre; quien lo conoce a él, conoce al Padre.

domingo, 27 de abril de 2014

Dichosos los que crean sin haber visto

La resurrección es el concepto con el que los primeros cristianos quisieron trasmitir la manera de ver a Jesús después de su muerte. Esa experiencia de que seguía vivo, y además les estaba comunicando a ellos mismos Vida, no era fácil de comunicar.
Antes de hablar de resurrección, en las comunidades primitivas, se habló de exaltación y glorificación. Primero se interpretó a Jesús como el juez escatológico, que vendría al fin de los tiempos a salvar definitivamente sin hacer ninguna referencia a la resurrección.
Otra cristología que se puede percibir en algunas comunidades primitivas, es la de Jesús como taumaturgo que manifestó con su poder, que Dios estaba con él. Para ellos los milagros eran la clave de la comprensión de Jesús. Esta cristología es muy criticada ya en los mismos evangelios, lo cual quiere decir que se quería contrarrestar su influjo.
Otra manera de explicar la experiencia pascual, que no habla de resurrección, es la que considera a Jesús como la Sabiduría de Dios. Sería el Maestro que conectando con laSabiduría preexistente del AT, nos enseña lo necesario para llegar a Dios.
Estas maneras de entender a Jesús después de su muerte, fueron condensándose en la cristología pascual, que encontró en la idea de resurrección el marco más adecuado para explicar la vivencia de los seguidores de Jesús.
En ninguna parte de los escritos canónicos del NT se narra el hecho de la resurrección. La resurrección no puede ser un fenómeno constatable empíricamente; no puede ser objeto de nuestra percepción sensorial. Todos los intentos por demostrar la resurrección como un fenómeno constatable por los sentidos, están de antemano abocados al fracaso.
La experiencia pascual sí fue un hecho histórico. En los relatos pascuales se manifiesta el intento de comunicar a los demás una vivencia íntima, que es intransferible. Desde su universo conceptual fueron elaborando unos relatos que intentan convencer a los demás de lo que ellos estaban viviendo. Desde el nuevo paradigma en el que nos encontramos hoy, no podemos entender el mensaje que quieren trasmitir. Al entenderlo literalmente, tomamos los relatos por crónicas de sucesos y perdemos el verdadero mensaje.
Cómo llegaron los discípulos a esta convicción, no lo sabemos. tenemos que descubrirlo a través de nuestra propia vivencia de resurrección. Es imposible conocer lo que pudo suceder en el interior de cada uno de ellos. Pero es muy importante que lo planteemos, porque ese mismo proceso tiene que realizarse en nosotros, para entender la resurrección.
El relato que hemos leído hoy, fue escrito hacia el año cien, es decir 70 años después de morir Jesús. Como todos los relatos de apariciones, se ajusta al esquema teológico que es común a todos: una situación dada; aparición repentina; saludo; reconocimiento después de dudar; la misión. El querer entenderlo literalmente, nos priva del verdadero contenido. Es curioso que el relato de hoy no tenga en cuenta para nada el inmediato anterior del evangelio que leímos el domingo pasado. (Magdalena, Pedro y Juan en el sepulcro)
Reunidos el primer día de la semana. La creación del mundo había durado seis días. El séptimo descansó Dios. Jesús comienza la nueva creación el primer día de una nueva semana, es decir, el tiempo de otra creación, esta vez definitiva. Esta interpretación teológica vino después de la práctica que muy pronto se hizo común entre los cristianos. Los que seguían a Jesús, todos judíos, empezaron a reunirse después de terminar la celebración del Sábado. Al reunirse en la noche, era ya para ellos el domingo. En el texto se ve que en las comunidades, estaba ya consolidado el ritmo de las reuniones litúrgicas.
Se hizo presente en medio sin recorrer ningún espacio. Jesús había dicho: "Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Él es para la comunicad fuente de vida, referencia y factor de unidad. La comunidad cristiana está centrada en Jesús y solamente en él. Jesús se manifiesta, se pone en medio y les saluda. No son ellos los que buscan la experiencia sino que se les impone.
Los signos de su amor (las manos y el costado) evidencian que es el mismo que murió en la cruz. No hay lugar para el miedo a la muerte. La verdadera vida nadie puede quitársela a Jesús ni se la quitará a ellos. La permanencia de las señales, indica la permanencia de su amor. La comunidad tiene la experiencia de que Jesús comunica vida.
"Sopló" es el verbo usado por los LXX en Gn 2,7. Con aquel soplo se convirtió el hombre barro en ser viviente. Ahora Jesús les comunica el Espíritu que da verdadera Vida. Termina así la creación del hombre. "Del Espíritu nace espíritu" (3,6). Esto significa nacer de Dios. Se ha hecho realidad la capacidad para ser hijos de Dios. La condición de hombre-carne queda transformada en hombre-espíritu.
La aclaración de que Tomás no estaba con ellos, prepara una lección para todos los cristianos. Separado de la comunidad no tiene la experiencia de Jesús vivo; está en peligro de perderse. Solo cuando se está unido a la comunidad se puede ver a Jesús.
Cuando los otros le decían que habían visto al Señor, le están comunicando la experiencia de la presencia de Jesús, que les ha trasformado. Les sigue comunicando la Vida, de la que tantas veces les ha hablado. Les ha comunicado el Espíritu y les ha colmado del amor que ahora brilla en la comunidad. Jesús no es un recuerdo del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. Tenemos aquí otra enseñanza clave. Los testimonios nunca son suficientes, no pueden suplir la experiencia personal de la nueva Vida.
A los ocho días, es decir, en la siguiente ocasión en que la comunidad se vuelve a reunir. Jesús se hace presente en cada celebración comunitaria. El día octavo es el día primero de la creación definitiva. La creación que Jesús ha realizado durante su vida, el día sexto, y que tiene su máxima expresión en la cruz, llega a su plenitud en la Pascua. Tomás se ha reintegrado a la comunidad, allí puede experimentar el Amor.
¡Señor mío y Dios mío! La respuesta de Tomás es tan extrema como su incredulidad. Se negó a creer si no tocaba sus manos traspasadas. Ahora renuncia a la certeza física y va mucho más allá de lo que ve. Al llamarle Señor y Dios, reconoce la grandeza, y al decir mío, el amor de Jesús y lo acepta dándole su adhesión.
Dichosos los que crean sin haber visto. Todos tienen que creer sin haber visto, porque lo que se ve, no se cree. El reproche de Jesús se refiere a la negativa a creer el testimonio de la comunidad. Tomás quería tener un contacto con Jesús como el que tenía antes de su muerte. Pero la adhesión no se da al Jesús del pasado, sino al presente. Solo el marco de la comunidad hace posible la experiencia de Jesús vivo, resucitado.

sábado, 12 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS

Mt 21, 1-11
Si acepta la persecución y el martirio es por fidelidad a ese proyecto de Dios que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso, no corre hacia la muerte, pero tampoco se echa atrás. No huye ante las amenazas, tampoco modifica ni suaviza su mensaje.
Aprendió a vivir en un clima de inseguridad, conflictos y acusaciones. Día a día se fue reafirmando en su misión y siguió anunciando con claridad su mensaje. Se atrevió a difundirlo no solo en las aldeas retiradas de Galilea, sino en el entorno peligroso del templo. Nada lo detuvo.
Morirá fiel al Dios en el que ha confiado siempre. Seguirá acogiendo a todos, incluso a pecadores e indeseables. Si terminan rechazándolo, morirá como un "excluido" pero con su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no rechaza ni excluye a nadie de su perdón.
Seguirá buscando el reino de Dios y su justicia, identificándose con los más pobres y despreciados. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá como el más pobre y despreciado, pero con su muerte sellará para siempre su fe en un Dios que quiere la salvación del ser humano de todo lo que lo esclaviza.
Los seguidores de Jesús descubrimos el Misterio último de la realidad, encarnado en su amor y entrega extrema al ser humano. En el amor de ese crucificado está Dios mismo identificado con todos los que sufren, gritando contra todas las injusticias y perdonando a los verdugos de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o no creer, pero no es posible burlarse de él. En él confiamos los cristianos. Nada lo detendrá en su empeño de salvar a sus hijos.

domingo, 23 de marzo de 2014

EL AGUA que da Jesus es MANANTIAL.


Jn 4, 5-42
Jesús se encuentra de paso por Samaría. Jesús toma la iniciativa y pide de beber a la Samaritana.

HOY NOS PIDE AGUA A NOSOTROS.

 Esa agua no es "algo" –algún objeto que pudiera saciarnos- ni se está lejos de nosotros.  Está en nuestro núcleo más profundo. Lo que suele ocurrir es que –como la samaritana- estamos lejos de ella. Al vivir "fuera" de nosotros, desconectados de la fuente.

El agua-Espíritu que da Jesús, se convierte en manantial que continuamente da Vida.
El Hombre recibe Vida en su raíz, en lo profundo de su ser. Como el agua hay que extraerla del pozo, el agua del Espíritu hay que sacarla de lo hondo de uno mismo.
Muchas personas se han ido alejando de Dios, sin darse cuenta lo que estaba pasando en su interior. Hoy Dios les resulta un "ser extraño". Todo lo que está relacionado con él, les parece vacío y sin sentido: un mundo infantil, cada vez más lejano.
 Muchas personas están hoy abandonando a Dios antes de haberlo conocido. Si conocieran la experiencia de Dios que Jesús contagia, lo buscarían.
Si yo escucho, Dios no se calla. Si yo me abro, él no se encierra. Si yo me confío, él me recibe. Si yo me entrego, él me sostiene. Si yo me hundo, él me levanta.

La experiencia más importante es encontrarnos a gusto con Dios. 

domingo, 9 de febrero de 2014

SER sal y luz


Mateo 5, 13-16


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del candelero, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. 

es "sal" aquella persona que nos ayuda a saborear la vida con más profundidad, porque nos contagia su gusto de vivir y nos apoya para que podamos experimentarlo. Es "luz" quien, nos ayuda a  valorar el sentido luminoso de nuestra vida, de nuestra verdadera identidad.
Ser "luz y sal, es lo más opuesto a cualquier actitud de superioridad y de proselitismo. Ni el orgullo ni el fanatismo aportan sabor ni luz.
Jesús aparece como "sal" y como "luz" por lo que él era y vivía. Porque no fue un teólogo, ni alguien que pusiera la fuerza en los conceptos. El suyo es un mensaje sumamente sencillo, centrado en la práctica, y en una práctica compasiva: al final, "sal" y "luz" quizás no sean sino otro nombre de la compasión.
 No se nos pide salar o iluminar, sino ser sal, ser luz. 
 La tarea fundamental de cada uno está dentro de él mismo, no fuera. La preocupación de cada uno debe ser alcanzar la plenitud humana.

domingo, 2 de febrero de 2014

Presentación de Jesús en el templo : la fe del pueblo

Quienes reciben a Jesús y lo reconocen como Enviado de Dios son dos ancianos de fe sencilla y corazón abierto que han vivido su larga vida esperando la salvación de Dios.  Simeón y  Ana . Ellos representan la fe sencilla de mucha gente que,viven su confianza  en Dios.
 Gente que no tienen nada, solo su fe en Dios. No piensan en su fortuna ni en su bienestar. Solo esperan de Dios la "luz" que ilumine las tinieblas en que viven . 
Esta fe sencilla es la de la mayoría. Poco cultivada, oraciones torpes y distraídas, expresiones poco ortodoxas, que se despierta  en momentos difíciles. Una fe que Dios entiende.
Jesús nos marcó el camino recorriéndolo él antes Por eso sigue siendo tan importante acercarnos lo más posible a su trayectoria humana. Su propuesta fue que nosotros tenemos que alcanzar esa plenitud, todo lo que hay de humanizador en nosotros. 

domingo, 26 de enero de 2014

Luz y salud: palabra y curación. Es el oficio de Jesús en Galilea.

Así empieza Jesús. Son sus primeras palabras, conversión y el Reino, que se pueden juntar: "cambiense al Reino".
Lo de Jesús es para cambiar a mejor. Se sale de la esclavitud al reino, se sale de vivir como esclavos enfermos y ciegos a ser reyes, libres. Por eso hablamos de Buena Noticia, de una noticia (=novedad) y buena (=estupenda).
Es una descripción total de Jesús: cura y enseña: proclama la Buena Noticia y la hace presente con la salud que se devuelve a los necesitados.
Jesús está mostrando cómo es la acción de Dios en el mundo: proclamar la buena noticia, curar. Los dos símbolos básicos de Jesús, que revelan quién y cómo es Dios para nosotros: médico y luz.
Por eso adquieren tanta importancia simbólica los relatos de curación de ciegos, hasta el punto de que el cuarto evangelio convierte la curación del ciego de nacimiento en uno de los ejes del mensaje, conectándolo con el tema "la luz y las tinieblas" que es una de sus líneas temáticas fundamentales.
Luz y salud: palabra y curación. Es el oficio constante, exclusivo, de Jesús en Galilea.
El Padre es luz y salud, palabra y curación. Es el corazón de la Buena Noticia. En ese Dios creemos. Creemos en un solo Dios, el Padre. Somos cristianos si creemos en el Dios de Jesús, en Dios para la salud, en Dios para la vida.
La presentación de Jesús como "el Hijo", el "hombre lleno del Espíritu" quiere decir que viéndole podemos conocer a Dios. Esa es la primera piedra de la fe cristiana: acceder a Dios a través de Jesús, ver a Dios en Jesús.
Ver al Espíritu de Dios trasformando a Jesús en el Hijo significa que sabemos también cómo es el ser humano como Dios lo sueña. En Jesús podemos contemplar a Dios y contemplarnos a nosotros mismos.
Y Jesús empieza por invitarnos a cambiar, a convertirnos, a abrirnos al Reino. La predicación de Jesús es: "Ya está aquí el Reino, convertíos". Convertirse es cambiar, cambiar desde el fondo, mirar a otros objetivos, adoptar otros valores. Se ofrecen como valores y objetivos los del Reino, es decir, la Voluntad de Dios, la Salvación.
¿Cambiás o estás siempre igual?
¿ caminás o estás anclado en lo de siempre?
¿Te estás convirtiendo constantemente en algo nuevo y mejor?
¿en qué se está convirtiendo tu vida?
Hoy podríamos situarnos en el lago y sentirnos llamados por Jesús, personalmente. Quizá no estoy llamado a cambiar los modos exteriores básicos de mi vida: pero es seguro que Jesús me llama a cambiar de criterios, de valores y de estilo: es seguro que Jesús me ofrece que toda mi vida sea Misión, que todo tenga valor para el Reino.

sábado, 11 de enero de 2014

BAUTISMO DE JESUS NACIMIENTO DEL AGUA Y DEL ESPIRITU

Jesús es el Hijo, el predilecto, el hombre lleno del Espíritu. Es el final del mensaje de estas fiestas de Navidad, el resumen de lo que hemos celebrado estos días.
Jesús, obra del Espíritu.
Creemos en ese hombre, creemos que en Él se muestra el Espíritu, que sus acciones y sus palabras son acciones y palabras del Espíritu. Creer en él es nuestro desafío, lo que nos constituye en seguidores suyos, lo que nos define como cristianos.
Al relato del Bautismo en las aguas del Jordán. nos acercamos siempre con demasiados prejuicios: El primero, olvidarnos de que Jesús era completamente humano y necesitó ir aclarando sus ideas. En segundo lugar el concepto de pecado y conversión, que no tiene nada que ver con lo que se entendía entones. Entendemos la conversión como un salir de una situación de pecado. Lo que se narra es una auténtica conversión de Jesús, lo cual no tiene que suponer una situación previa de pecado, sino una toma de conciencia de lo que significa para un ser humano alcanzar la plenitud de una meta aún no conseguida.
Dios llega siempre desde dentro, no desde fuera. Nuestro mensaje "cristiano" de verdades, normas y ritos, no tiene nada que ver con lo que vivió y predicó Jesús. El centro del mensaje de Jesús consiste en invitar a todos los hombres a tener la misma experiencia de Dios que él tuvo. Después de esa experiencia de Dios, Jesús ve con toda claridad que esa es la meta de todo ser humano y puede decir a Nicodemo: "hay que nacer de nuevo". Porque él ya había nacido del agua y del Espíritu.
El bautismo de Jesús tiene muy poco que ver con nuestro bautismo. El relato no da ninguna importancia al bautismo en sí, sino a la manifestación de Dios en Jesús por medio del Espíritu.  Mateo dice expresamente: "apenas se bautizó, Jesús salió del agua...". Marcos dice casi lo mismo: "apenas salió del agua..." Lucas dice: "y mientras oraba...". La experiencia tiene lugar una vez concluido el rito del bautismo. En los evangelios se hace constante referencia al Espíritu para explicar lo que es Jesús.
Dejándose llevar por el Espíritu, se encamina él mismo hacia la plenitud humana, marcándonos el camino de nuestra plenitud. Pero tenemos que ser muy conscientes de que solo naciendo de nuevo, naciendo del Espíritu, podremos desplegar todas nuestras posibilidades humanas. No siguiendo a Jesús desde fuera, como si se tratara de un líder, sino entrando como él en la dinámica de la vivencia interior.
La presencia de Dios en el hombre tiene que darse en aquello que tiene de específicamente humano; no puede ser una inconsciente presencia mecánica. Dios está en todas las criaturas como la base y el fundamento de su ser, pero solo el hombre puede tomar conciencia de esa realidad y puede vivirla. Esto es su meta y el objetivo último de su existencia.

En Jesús, la toma de conciencia de lo que es Dios en él, fue un proceso que no terminó nunca. En el relato del bautismo se nos está hablando de un paso más, aunque decisivo, en esa toma de conciencia.

domingo, 5 de enero de 2014

Llegaron ya los Reyes eran tres!!!

El evangelio de hoy,  Fiesta de la Epifanía, confirma lo universal de la salvación de Dios. Por este relato simbólico, se anuncia el origen divino de Jesús y su tarea salvadora como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David y su presencia en la historia dando cumplimiento a las palabras de los profetas.
 Los magos, venidos de oriente,  también anuncian ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y sus vínculos con  la comunidad cristiana.
La epifanía del Señor es la celebración para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.
Pero es el momento de reflexionar sobre el pecado de Israel y nuestro pecado. "Somos el Pueblo de Dios"... ¿y otros no? Israel pensó que Dios estaba con ellos "contra otros". Nosotros sabemos que Dios está con nosotros, con todos nosotros, con todos lo humanos, contra el pecado. Israel pensó que era un privilegiado entre los demás porque conocía a Dios: ¿lo pensamos así nosotros? Hemos sido capaces de formular aquello de "fuera de la iglesia católica no hay salvación", y algunos hasta lo han defendido como un dogma.
Quizá nosotros no seríamos ya capaces de afirmar todo esto, pero sin duda seguimos creyendo que somos nosotros los que sabemos algo de Dios, y otros no; que, acerca de Dios, no tenemos que aprender nada de los que no conocen a Jesucristo; y quizá también que para nosotros la salvación es más sencilla que para ellos... En resumidas cuentas, que seguimos pensando que pertenecer al Pueblo de Dios es, un privilegio, un don que nosotros tenemos y otros no. Seguimos teniendo en la cabeza una arcaica noción: hemos recibido la Palabra de Dios, luego Dios es nuestro.
Pero la Palabra de Dios no está encadenada, ni siquiera a su Pueblo, ni a su Iglesia, ni a nada. La palabra de Dios es la luz del mundo y está en toda verdad, en toda belleza, en toda sabiduría, en todo bien. Y el corazón de los seres humanos de todas las razas y culturas y épocas, la siente, la recibe o la rechaza.
Nosotros hemos llegado a pensar que Jesús puso en marcha otra Religión, la Verdadera, la Definitiva, y así, hemos equiparado lo de Jesús con las demás religiones, que siempre expresan la manera de ser de cada pueblo, que hablan siempre de "nuestro Dios", y rechazan los dioses de los demás como ídolos o demonios...


Lo de Jesús está más en el fondo. Revela lo que hay de verdad en toda religión, cultura o comportamiento, y saca a la luz sus carencias. Y nuestra religión puede ser iluminada por la luz de Jesús, mostrando sus verdades y sus carencias, o puede creerse tranquilamente que, puesto que somos el Pueblo de Dios, todo en nosotros es verdad y somos la Luz de las Naciones.

miércoles, 1 de enero de 2014

THEOTOKOS- la que pare a Dios


 "María madre de Dios". Es la fiesta más antigua de María en occidente. La maternidad de María es un dogma. Esto no nos tiene que asustar, porque lo que de verdad importa es la manera de entender hoy esa verdad.
Fue definido en Éfeso en el 431. Pero no se trata de un dogma mariológico, sino cristológico. ¡Ya me hubiese gustado que en aquella época se hubieran interesado por la figura de una mujer como madre! La verdad es que, ni en los evangelios ni en los primeros escritos cristianos se preocuparon de María.
La mejor prueba de que en la definición de Éfeso no querían decir lo que después se entendió, es que tuvo que ser aclarada veinte años después por el concilio de Calcedonia (451). En este concilio se afirmó, que María era madre de Dios, pero "en cuanto a su humanidad". ¿Qué queremos decir cuando hablamos de la humanidad de Dios?
Efectivamente, llamar a María "madre de Dios" porque fue la madre de Jesús, es violentar los conceptos. Jesús fue un ser humano que comenzó a existir en un momento determinado de la historia. Dios está fuera del tiempo y no puede tener ni principio ni fin.
Para entender el dogma de la "Theotokos" (la que pare a Dios), debemos tener en cuenta el contexto en que fue formulado. Era un intento de confirmar, que el fruto del parto de María fue una única persona: Jesús. Contra Nestóreo, que afirmaba dos personas en Jesús, una humana que era Jesús, y una divina, la segunda de la trinidad.
No debemos olvidar que el concilio de Éfeso lo promovió el mismo Nestóreo para condenar como hereje a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo. Faltó poco, para que se saliera con la suya y condenaran como herejía lo que se definió como dogma.
Aunque no es lo que se definió, lo que se ha entendiendo del dogma, no deja de tener su importancia a la hora de pensar la realidad insondable de Dios. Que nos hayamos atrevido a dar una madre a Dios tiene unas connotaciones sicológicas incalculables. Manifiesta una necesidad de comprender a Dios desde nuestra realidad humana. Somos hijos de Dios y Él es a la vez Hijo de una mujer... Dios entrando en la dinámica humana y el hombre entrando en la dinámica divina. Llamar a María Madre es manifestar que es origen de algo tan importante como es la presencia de Dios en Jesús.