Madre de Guadalupe

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sábado, 11 de enero de 2014

BAUTISMO DE JESUS NACIMIENTO DEL AGUA Y DEL ESPIRITU

Jesús es el Hijo, el predilecto, el hombre lleno del Espíritu. Es el final del mensaje de estas fiestas de Navidad, el resumen de lo que hemos celebrado estos días.
Jesús, obra del Espíritu.
Creemos en ese hombre, creemos que en Él se muestra el Espíritu, que sus acciones y sus palabras son acciones y palabras del Espíritu. Creer en él es nuestro desafío, lo que nos constituye en seguidores suyos, lo que nos define como cristianos.
Al relato del Bautismo en las aguas del Jordán. nos acercamos siempre con demasiados prejuicios: El primero, olvidarnos de que Jesús era completamente humano y necesitó ir aclarando sus ideas. En segundo lugar el concepto de pecado y conversión, que no tiene nada que ver con lo que se entendía entones. Entendemos la conversión como un salir de una situación de pecado. Lo que se narra es una auténtica conversión de Jesús, lo cual no tiene que suponer una situación previa de pecado, sino una toma de conciencia de lo que significa para un ser humano alcanzar la plenitud de una meta aún no conseguida.
Dios llega siempre desde dentro, no desde fuera. Nuestro mensaje "cristiano" de verdades, normas y ritos, no tiene nada que ver con lo que vivió y predicó Jesús. El centro del mensaje de Jesús consiste en invitar a todos los hombres a tener la misma experiencia de Dios que él tuvo. Después de esa experiencia de Dios, Jesús ve con toda claridad que esa es la meta de todo ser humano y puede decir a Nicodemo: "hay que nacer de nuevo". Porque él ya había nacido del agua y del Espíritu.
El bautismo de Jesús tiene muy poco que ver con nuestro bautismo. El relato no da ninguna importancia al bautismo en sí, sino a la manifestación de Dios en Jesús por medio del Espíritu.  Mateo dice expresamente: "apenas se bautizó, Jesús salió del agua...". Marcos dice casi lo mismo: "apenas salió del agua..." Lucas dice: "y mientras oraba...". La experiencia tiene lugar una vez concluido el rito del bautismo. En los evangelios se hace constante referencia al Espíritu para explicar lo que es Jesús.
Dejándose llevar por el Espíritu, se encamina él mismo hacia la plenitud humana, marcándonos el camino de nuestra plenitud. Pero tenemos que ser muy conscientes de que solo naciendo de nuevo, naciendo del Espíritu, podremos desplegar todas nuestras posibilidades humanas. No siguiendo a Jesús desde fuera, como si se tratara de un líder, sino entrando como él en la dinámica de la vivencia interior.
La presencia de Dios en el hombre tiene que darse en aquello que tiene de específicamente humano; no puede ser una inconsciente presencia mecánica. Dios está en todas las criaturas como la base y el fundamento de su ser, pero solo el hombre puede tomar conciencia de esa realidad y puede vivirla. Esto es su meta y el objetivo último de su existencia.

En Jesús, la toma de conciencia de lo que es Dios en él, fue un proceso que no terminó nunca. En el relato del bautismo se nos está hablando de un paso más, aunque decisivo, en esa toma de conciencia.

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