Madre de Guadalupe

Madre de Guadalupe

sábado, 30 de noviembre de 2013

ESTAR EN VELA PARA VIVIR LO QUE SOMOS

Mt 24, 37-44
Una llamada a la "vigilancia": "Estad en vela..., estad preparados".
Es una invitación a permanecer despiertos, porque el "Hijo del Hombre" está viniendo, y solo la atención nos permite percibirlo.
Parece que Jesús utilizó la expresión "hijo del hombre" para referirse a sí mismo. Y que su primer significado  era sencillamente "este hombre".
Pero también esa misma expresión podría aludir al "hombre realizado", al ser humano logrado o pleno. Y es de él de quien se afirma que "está viniendo".
Así entendida, la expresión "hijo del hombre" sería, sencillamente, otro nombre más de nuestra verdadera identidad: cada uno y cada una de nosotros somos ya seres realizados, si bien todavía no nos hemos hecho conscientes de ello, por lo que permanecemos encerrados en la ignorancia acerca de nuestra verdadera condición.
En este sentido, "hijo del hombre" sería exactamente lo opuesto a "ego". Y es precisamente nuestra identificación habitual con el ego lo que nos impide "ver" o reconocer al "hijo del hombre" que "está viniendo", es decir, que está queriendo mostrarse.
De hecho, solemos tener una imagen de nosotros mismos como seres carenciados, que se sienten impulsados a buscar "fuera" de sí aquello que, supuestamente, colmaría la carencia.
Esa es la razón por la que el ego vive permanentemente proyectado hacia el futuro, en una carrera tan interminable como estéril, con una carga de ansiedad cada vez más insoportable.
Debido a esa misma dinámica, vivimos frecuentemente dispersos –"la gente comía, bebía y se casaba"-, entretenidos o distraídos. Necesitamos, según la palabra de Jesús, "estar en vela".
Estamos entretenidos porque no sabemos "intratenernos": nos resulta difícil permanecer a gusto con nosotros mismos porque probablemente no hemos aprendido a amarnos de un modo humilde e incondicional. No es raro que, al sentir malestar o miedo a nuestro mundo interior, optemos por la "distracción" o el "entretenimiento".
Por otro lado, vivimos dispersos y ansiosos porque hemos crecido con la idea –alimentada por nuestra mente- de que nos falta "algo", que supuestamente se halla "fuera" de nosotros, con lo cual lograríamos, finalmente, disfrutar de la felicidad ansiada.
Pues bien, frente a ambas tendencias, la palabra nos invita a "estar en vela", es decir, a vivir en la atención o en la consciencia de quienes somos y de lo que hacemos.
Atención amorosa para poder reconciliarnos con toda nuestra verdad, vivirnos como amigos de nosotros mismos y experimentar el gusto profundo de habitarnos conscientemente.
Esta consciencia equivale a "estar en vela": estamos "despiertos" acerca de nuestra verdadera identidad. Y, desde ella, todo adquiere otro sabor. Es ahí precisamente donde "conectamos" hondamente con la Presencia de Jesús de Nazaret, con la Presencia de cada hombre y de cada mujer, ya que la identidad del "hijo del hombre" es una identidad compartida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario