Madre de Guadalupe

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domingo, 30 de junio de 2013

DONDE NOS JUGAMOS TODO

Enrique Martínez Lozano
                                                               Lc 9, 51-62
Lucas "construye" un largo viaje, desde Galilea hasta Jerusalén, que desarrollará a lo largo de diez extensos capítulos (desde 9,51 a 19,28), en el que Jesús se va a dedicar prioritariamente a enseñar a sus discípulos.
El autor presenta el viaje desde la certeza de que conduce, no solo a la capital de los judíos, Jerusalén –que el tercer evangelio sitúa como "centro" de la salvación; así aparecerá también en el otro libro de Lucas, Los Hechos de los Apóstoles-, sino al destino final de Jesús, al "cielo".
Y dentro de ese objetivo de "formar a los discípulos", en el inicio mismo del recorrido, se nos presentan cuatro breves "enseñanzas", en forma de aforismos que, de entrada, suenan al menos como desconcertantes, y que recuerdan, en cierto sentido, los dichos de Jesús en elEvangelio apócrifo de Tomás. Sin embargo, basta adoptar una perspectiva adecuada, para percibir toda su sabiduría, hondura y belleza.
• La primera es un alegato silencioso contra cualquier tipo de fanatismo, que no es sino expresión del miedo y de la arrogancia, características propias del ego. Un ego inseguro buscará eliminar la disidencia, porque la percibe como amenaza para sus (frágiles) ideas, y porque necesita sentirse "superior" o en posesión de la verdad (absoluta).
• La segunda revela la actitud de quien vive desapropiado del ego. El ego necesita "cosas" de las que apropiarse para sentirse existir: su sensación de identidad depende siempre de "algo", ya que él es pura ficción. Sin embargo, quien no se identifica con el yo, se percibe como Vacío, que es Plenitud. Vivenciar esa vacuidad integral significa no estar establecido en parte alguna, ni tener un lugar donde reclinar la cabeza. Es una simple lucidez –pura consciencia, atención desnuda- sin centro ni periferia, en la que todo sucede espontáneamente. Es una aceptación ilimitada de la circunstancia presente, una apertura total que permite que el sol salga sobre malos y buenos, y que la lluvia caiga sobre justos e injustos...
• La tercera y la cuarta son prácticamente idénticas; o mejor, dos modos de poner el acento en la misma realidad, por contraste con dos "obligaciones" fundamentales para un judío piadoso: enterrar a los muertos y atender a la familia.
¿Qué puede ser tan importante, que se anteponga a esos dos principios "sagrados" para un judío? Jesús le da un nombre: el Reino de Dios.
Dentro de los diversos significados encerrados en esa expresión –y que dependen también de la perspectiva que se adopte-, parece innegable que, con ella, se alude al Misterio último de lo Real, aquello único a lo que decididamente vale la pena subordinar todo lo demás.
¿Qué es eso único? Ciertamente, no es algo "separado" de quienes somos. Porque lo que constituye la mismidad de lo real nunca podría estar "alejado" de nada real. Es Aquello de lo que no podemos distanciarnos ni lo que se tarda en un suspiro.
En el lenguaje religioso, se le ha llamado "Dios". Pero un Dios del que alguien pudiera "alejarse" o "separarse", ya no sería Dios, sino una creación de la mente, que proyecta "fuera" todo lo que ella piensa.
En un lenguaje no religioso, más inclusivo, Eso inefable e innombrable, porque está más allá de los conceptos y de las palabras, es Lo que es, y que nosotros también somos. Lo que nos impide verlo no es otra cosa que el hecho de habernos reducido a nuestro ego.
La palabra de Jesús viene a decirnos: mientras no descubras quién eres, todo lo que hagas –aunque lo veas como un servicio a los muertos o a la familia- no hará sino entretenerte, distraerte o despistarte. Busca lo primero y... "todo lo demás se te dará por añadidura"(evangelio de Mateo 6,33).

domingo, 2 de junio de 2013

EN MEDIO DE LA CRISIS


Lc 9, 11-17
Escrito por  
La crisis económica va a ser larga y dura. No nos hemos de engañar. No podremos mirar a otro lado. En nuestro entorno más o menos cercano nos iremos encontrando con familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas de desahucio, vecinos golpeados por el paro, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación.
Nadie sabe muy bien cómo irá reaccionando la sociedad. Sin duda, irá creciendo la impotencia, la rabia y la desmoralización de muchos. Es previsible que aumenten los conflictos y la delincuencia. Es fácil que crezca el egoísmo y la obsesión por la propia seguridad.
Pero también es posible que vaya creciendo la solidaridad. La crisis nos puede hacer más humanos. Nos puede enseñar a compartir más lo que tenemos y no necesitamos. Se pueden estrechar los lazos y la mutua ayuda dentro de las familias. Puede crecer nuestra sensibilidad hacia los más necesitados. Seremos más pobres, pero podemos ser más humanos.
En medio de la crisis, también nuestras comunidades cristianas pueden crecer en amor fraterno. Es el momento de descubrir que no es posible seguir a Jesús y colaborar en el proyecto humanizador del Padre sin trabajar por una sociedad más justa y menos corrupta, más solidaria y menos egoísta, más responsable y menos frívola y consumista.
Es también el momento de recuperar la fuerza humanizadora que se encierra en la eucaristía cuando es vivida como una experiencia de amor confesado y compartido. El encuentro de los cristianos, reunidos cada domingo en torno a Jesús, ha de convertirse en un lugar de concienciación y de impulso de solidaridad práctica.
La crisis puede sacudir nuestra rutina y mediocridad. No podemos comulgar con Cristo en la intimidad de nuestro corazón sin comulgar con los hermanos que sufren. No podemos compartir el pan eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y de justicia. Es una burla darnos la paz unos a otros olvidando a los que van quedando excluidos socialmente.
La celebración de la eucaristía nos ha de ayudna, sin perder la digar a abrir los ojos para descubrir a quiénes hemos de defender, apoyar y ayudar en estos momentos. Nos ha de despertar de la "ilusión de inocencia" que nos permite vivir tranquilos, para movernos y luchar solo cuando vemos en peligro nuestros intereses. Vivida cada domingo con fe, nos puede hacer más humanos y mejores seguidores de Jesús. Nos puede ayudnidad ni la esperanza.ar a vivir la crisis con lucidez cristia