Madre de Guadalupe

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viernes, 14 de diciembre de 2012

Tonantzin Guadalupe: la fusión de dos religiones


Puebla, Puebla.- La Virgen de Guadalupe o Tonantzin Guadalupe, es la figura religiosa más importante de los mexicanos, a la que se le pide alimento, protección y buena cosecha.
Con ella, hace 477 años se unieron dos tradiciones religiosas en una sola: la de Tonantzin, la Diosa Madre de la tierra venerada por los pueblos mesoamericanos; y la de Guadalupe, una virgen española que según la tradición católica, apareció en el cerro del Tepeyac.
Alejandra Gámez Espinosa, Profesora Investigadora del Colegio de Antropología Social de la BUAP, explicó que al ser el Tepeyac el lugar donde entonces se veneraba a Tonantzin, las figuras religiosas mesoamericana y española fueron resimbolizadas y representadas en un sólo ícono, ya que en los procesos de aculturación, generalmente las sociedades deciden tomar aspectos con un fuerte peso histórico y simbólico como un elemento de identificación.
Tonantzin para los mexicas, era la madre de todo lo que existe, de los hombres y lo más importante, parte de la pareja divina que creó al mundo y a todos los seres vivos. Las deidades femeninas tenían una fuerte presencia y un santuario donde se les veneraba.
Cuando los españoles llegaron, se dieron cuenta que había muchos lugares con una fuerte presencia religiosa; en ellos empezaron a trabajar para lograr la evangelización, de tal manera que era fundamental la presencia de una figura religiosa católica en un lugar donde se veneraba a una de las deidades más importantes de Mesoamérica.
Dos tradiciones religiosas en un ícono
La Virgen de Guadalupe se presentó no con las características de la Guadalupana española que es de tez negra y aspecto bizantino, sino morena y con elementos que se relacionan con la cosmovisión mesoamericana, lo que permitió su aceptación entre los pueblos conquistados.
La investigadora de procesos religiosos en comunidades indígenas, señaló que en la Virgen de Guadalupe confluye la presencia de los rayos del sol, astro adorado por los pueblos prehispánicos en la figura de Quetzalcóatl, además de la Luna y estrellas importantes para determinar las actividades calendáricas.
Los colores tenían mucho que ver: el verde se relaciona con la vegetación y el rojo simboliza la vida para las sociedades mesoamericanas.
En la cosmovisión mexica, Tonantzin era la diosa madre de la tierra que protegía y proveía de alimentos a sus hijos; la Virgen de Guadalupe se presenta como la protectora de los indios y ambas empiezan a convivir en un paralelismo que posteriormente se fue uniendo en un culto que ha prevalecido durante 476 años.
Su relación con el ciclo agrícola
En los pueblos mesoamericanos, las deidades femeninas estaban relacionadas con la vida, la fertilidad y la tierra. Una de ellas fue Tonantzin, la diosa madre cuya veneración se hacía en el cerro de Tepeyac durante los meses de sequía, posterior a la cosecha y para agradecer que ya tenían alimento en las casas.
Durante la evangelización los frailes buscaron que Tonantzin tuviera semejanzas con diferentes vírgenes, como la de la Natividad de la Virgen María, el Rosario, la Concepción, la Candelaria y otras.
“Esto se dio fundamentalmente con la Virgen de Guadalupe, que si nos damos cuenta, llegan a la Basílica de Guadalupe, peregrinaciones procedentes de diversos pueblos indígenas y campesinos de diferentes regiones del país a cantarle y danzarle, entre octubre y febrero que son los meses de sequía”, explicó la profesora – investigadora del CAS.
De esta manera agradecen a Tonantzin Guadalupe el alimento para sus hijos y le piden buena cosecha para el próximo año.
Gámez Espinosa consideró que el aspecto religioso en torno al ciclo agrícola ha sido poco estudiado a pesar de su importancia. A lo largo del año mucho tienen que ver las vírgenes marianas que van marcando los distintos periodos como el preparar la tierra, bendecir las semillas, sembrar, regar y cosechar.

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