Madre de Guadalupe

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domingo, 24 de febrero de 2013

TRANSFIGURADOS


¿Vives con esperanza de tu propia transfiguración?

¿Eres capaz de visualizar luz en la cruz?

II DOMINGO DE CUARESMA(Gn 15, 5-12. 17-18: Sal 26; Flp 3, 17-4, 1; Lc 9, 28b-36)

LECTURA
“El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán” (Gn 15, 17-18)
Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso. (Flp 3, 20-21)
Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. (Lc 9, 39-30)

COMENTARIO
La Transfiguración de Jesús la describen los tres evangelios sinópticos. Sorprende que, en la pedagogía que tiene la Iglesia para elegir los textos, sea precisamente el segundo domingo de Cuaresma el día en que propone para meditación la secuencia del monte alto, al mismo tiempo que la Liturgia de la Palabra evoca la alianza con Abrán, en cuyo texto aparece la humareda y la antorcha, y la Carta a los Filipenses, donde se adelanta nuestra propia transfiguración.
Al iniciar el Miércoles de Ceniza la contemplación de las estaciones del Via Crucis, no sabía que este domingo coincidiría con la duodécima estación, en la que se contempla a Cristo Crucificado, muerto en la Cruz.
La alianza, nuestra transformación y la conversación que mantiene Jesús con los dos personajes que aparecen con Él en el momento de su transfiguración, quedan reflejados en la entrega total de sí mismo que hace Jesús. Por ella se lleva a cabo la Alianza Nueva y eterna, y por ella somos redimidos por nuestro Salvador, quien se entrega en los brazos de Dios, su Padre, como ofrenda grata, no de animales partidos, sino de su cuerpo y sangre.
Los planos se superponen, cada uno de los montes evoca al otro, el monte de Abrán, el monte de la Transfiguración y el monte Calvario, contemplados juntos, reciben plenitud de sentido a la luz de la ofrenda de Cristo.

domingo, 17 de febrero de 2013

" No desviarme de Jesús”



 1º Domingo de Cuaresma (C) Lucas 4, 1-13.
José Antonio Pagola
Las primeras generaciones cristianas se interesaron mucho por las pruebas y tensiones que tuvo que superar Jesús para mantenerse fiel a Dios y vivir siempre colaborando en su proyecto de una vida más humana y digna para todos.
El relato de las tentaciones de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, “el demonio se marchó hasta otra ocasión”. Las tentaciones volverán en la vida de Jesús y en la de sus seguidores.
Por eso, los evangelistas colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores han de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de él.
En la primera tentación se habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre: “no solo de pan vive el hombre“. Lo primero para Jesús es buscar el reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.
También hoy nuestra tentación es pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.
En la segunda tentación se habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el diablo que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: “Al Señor, tu Dios, adorarás”. Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.
También hoy se despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al reino de Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y solidario.
En la tercera tentación se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar:”No tentarás al Señor, tu Dios“. Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del cielo. Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la gente.
Nos desviamos de Jesús cuando confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.

domingo, 10 de febrero de 2013

"Lo dejaron todo y siguieron a Jesús"




5 domingo Tiempo ordinario (C). Lucas 5, 1-11.

Hasta este momento de la pesca milagrosa, Jesús había tenido relaciones esporádicas y algo lejanas con Simón Pedro y sus compañeros pescadores. Pero, en contexto de Evangelio de hoy, nos encontramos con Jesús, que va directo al grano con ellos.Comienza pidiéndole un servicio a Simón Pedro. Era mucha la gente que lo apretujaba por todos lados.

Estaban hambrientos y sedientos de la palabra de Jesús. Entonces, ante esta circunstancia, Jesús le dice o le pide a Simón Pedro, subiendo a la barca de él: “que la aparte un poco de la orilla' y sentándose en la barca comenzó a enseñar a la multitud. Pero Jesús por mucho que Pedro le hubiera echado una mano, necesita más de él. Jesús anda buscando cooperadores o apóstoles que se entreguen totalmente a Él y a su trabajo misionero. Oyentes tiene muchos, le hacen falta apóstoles.
Por eso, digo que va directo al grano. Hace el primer llamado a Simón Pedro y a sus compañeros.
Después que terminó de hablar a la gente, Jesús, sabiendo muy bien lo que iba a hacer, dijo a Simón:
"lleva la barca a la parte más honda y echa las redes para pescar". Esta petición es un llamado. Jesús le está pidiendo algo a Pedro que va contra toda su esperanza humana. Sabía que habían bregado toda la noche y no habían pescado nada.
Pero Jesús cuando llama... llama de verdad y en forma directa. Ha llegado un momento crucial. El Maestro quiere que Simón Pedro y sus compañeros tengan un encuentro decisivo con Él. Encuentro personal indispensable para poder seguir a Cristo. El que no se encuentra personalmente con Jesús podrá decir que es cristiano, tal vez por costumbre y tradición. Pero hemos dicho otras veces anteriores, que hay cristianos católicos sin Cristo, incluso sacerdotes y teólogos. Y éstos malamente podrán ser apóstoles. Ahora se trata de que Cristo busca ese encuentro personal porque necesita apóstoles. Por eso, ante la palabra y orden directa de Jesús, "Simón Pedro respondió: (porque tú lo mandas echaré las redes) Y al hacerlo pescaron tantos peces que las redes estaban por romperse".
Los pescadores se sintieron tocados especialmente por el Señor. Primero Simón Pedro al ver el milagro se sintió tocado en su vida interior y pecadora. Comprendió la grandeza del que lo estaba ordenando y llamando personalmente con su palabra. “Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: (Señor, apártate de mí, porque soy un pecador)" Jesús ha tocado a fondo a Pedro; ha llegado a su vida interior y de pecado como los tenemos nosotros. Y Pedro hace su primer acto de fe en la persona de Jesús, y en la persona divina del Señor. Jesús, no obstante, empleará pecadores para salvar pecadores. “Lo mismo le pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón”. “Pero Jesús dijo a Simón: ( No temas de hoy en adelante serás pescador de hombres) Entonces llevaron sus barcas a tierra, "lo dejaron todo" (y esto bien subrayado), y siguieron a Jesús”.
Abandonaron todo. No era mucho lo que tenían, pero, para ellos, era toda su vida: trabajo, familia, y todo su pasado de pecadores. Pasaron a ser apóstoles. Apóstol significa enviado. Cristo es el que escogió y los envía en su nombre "a echar las redes y ser pescadores de hombres". Cristo no ha podido ser y estar más claro. Él se hace encontrar personalmente por ellos, y les ha llamado a ser sus apóstoles. Cristo los necesita. Él va a instaurar el Reino y sus Apóstoles, con la ayuda del Espíritu, seguirán llamando en nombre del Señor, ayudándole a fundar el Pueblo de Dios para prolongar la misión de Reino comenzada por Cristo.
Aquí se entiende lo que es el seguimiento de Cristo. Es radical. “Lo dejaron todo y siguieron a Jesús”
Para entender el seguimiento de Cristo, la respuesta de los apóstoles es decisiva. El llamamiento de Jesús tiene la exigencia e introduce, después del encuentro personal con Él, y su llamada, una dinámica "de dejarlo todo". Una exigencia a la cual nos hemos referido anteriormente. Es una exigencia de pobreza. Es cierto que la llamada podrá ser más o menos profunda y radical, y aún podrá, como a los apóstoles, arrancarlos de sus hogares familiares y de sus trabajos y oficios, para
una dedicación total y exclusiva a la Evangelización, que es primera y más concluyente que la sola y primera centralización en los sacramentos.Una Iglesia y un apostolado centralizado en los sacramentos, centra en sí misma y en el clero a la La Iglesia: Pueblo de Dios.
Pero la exigencia de pobreza de "dejarlo todo", está agregada en la llamada personal de Jesús. No como un consejo, sólo para religiosos o misioneros, también para ellos, ojalá todos nos revisemos y cumplamos: unos su voto y otros su promesa de pobreza. Decía, no sólo para religiosos y sacerdotes, sino para todos. “El que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser discípulo mío...(Lucas 14, 33).
“Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo “pobreza evangélica” (Puebla 1148). Y Mateo 6, 19-34:”No amontonen riquezas en la tierra... pues donde están tus riquezas, ahí también estará tu corazón... Es imposible servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas... (cada uno puede seguir leyendo hasta el versículo 34). “La exigencia de la pobreza, como solidaridad con el pobre y como rechazo de la situación en que vive la mayoría del continente, ...De la misma manera, el testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo” (Puebla 1156).

Yo me atrevería, con mucho amor a mi Iglesia, que con respecto a la pobreza, nos preguntáramos, ¿Iglesia qué dices de tí misma? Porque nuestro problema está, en traducir, en nuestra vida éste "dejarlo todo". Creo que no hay seguimiento de Cristo sin desprendimiento material, aunque reconozco grandes testimonios de pobreza evangélica en muchos hermanos de Iglesia.- Aprovecho de insistir en una Iglesia más profética en un mundo globalizado con un sistema económico perverso e inhumano, que hace la pobreza, la miseria e indigencia en tantos hermanos y familias de nuestro continente. Un sistema que es tentación a la violencia porque el sistema es violento. Uno ve que políticos que propician este neo liberalismo y “capitalismo salvaje”, ante la reacción de los pobres y oprimidos por el sistema, inmediatamente sacan palabras que los acusan de violentistas e incluso de terroristas, aplicando una “ley antiterrorista” injusta contra ellos, rasgando vestiduras, olvidándose de dos cosas: Uno: que ellos y su sistema es violento y, en la práctica, siguen aplicando la inmoral Doctrina de Seguridad Nacional. Dos: que muchos de ellos aplicaron, siendo cómplices, un terrorismo de Estado.- Aprovecho de solidarizar con pueblo mapuche que está sufriendo la aplicación torpe e inviable, para un proceso justo, de una ley antiterrorista. Chile y el Estado chileno tiene una deuda histórica con los mapuches: “hombres de la tierra”.
Todo esto lo digo, porque creo que tiene que ver con la aplicación, en nuestra vida de discípulos de Cristo, de ese "dejarlo todo y seguir a Cristo". Porque la renuncia radical y pobreza evangélica, tiene y supone también una renuncia - y que la pide Cristo – en una actitud de libertad interior, que nos hace estar dispuestos a dejar cualquier cosa que se haga incompatible con la exigencia del Señor. Cada uno, cada día, y en cada circunstancia de la vida, que vivimos, tomando las injusticias sociales, que hace pobres a hermanos nuestros, tenemos que saber discernir, con el Espíritu de Dios, en qué forma vamos a concretar el "dejarlo todo y seguir a Cristo en el hermano que sufre la explotación de un sistema económico aplicado e impuesto por una minoría".
Creo que para los de América Latina y el Caribe, la pobreza que Dios nos pide, no puede prescindir del hecho de que grandes cantidades de hermanos viven en la miseria. "Son los millones que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín).
Incluso sucede, que a veces, se colabora en esta injusticia grave, por ejemplo votando por políticos
que propician y no tienen ningún ánimo de cambiar ese sistema.- Pertenecemos a una sociedad de terribles contrastes entre unos pocos ricos y una masa de pobres. En nuestros países, una minoría tiene secuestrada a una mayoría.
Por eso la pobreza nuestra supone una apertura y un sentido hacia el pobre y una actitud profética condenando este neo liberalismo y "capitalismo salvaje". Eso sería una verdadera solidaridad hoy día: "No podemos callar lo que hemos visto y oído" (Nuevo Testamento). Se trata de comprometerse en la causa del pobre, compromiso de una Iglesia pobre, que se juega acompañando al pueblo oprimido en la causa de justicia y liberación. Sí, el "dejarlo todo", "el renunciar a todo" debe ser histórico y no podemos ser obstáculo para los derechos de los pobres, al contrario, debemos ser parte de ese pueblo y sus demandas. Todo desde nuestra condición y perspectiva evangélica. No de política partidaria, que hace proselitismo político. Aunque sí reconozco que le corresponde a nuestros laicos un rol específico en ese campo.- Como cristianos de Iglesia y de Jesús, ante nuestra cuna y origen; ante Dios que optó primero que nosotros por los pobres, debemos renunciar, y hacer renunciar a muchos, al prestigio, al "status", a las seguridades de la riqueza y a la riqueza misma. Esto es, lo que obliga hoy, en forma radical, la opción por el pobre y, con ellos, la opción "por dejarlo todo y seguir a Jesús, siendo Pueblo de Dios".
La pobreza del cristiano y de la Iglesia es la consecuencia de un compromiso liberador. No es una pobreza que cada uno de nosotros se inventa, sino la que Dios nos manda, Es el precio "de dejarlo todo y seguir a Cristo". Así creo, que si tenemos pobreza resultante del seguimiento de Cristo, que nos buscó como sus apóstoles, y al que seguimos radicalmente, creo, repito, que se acabaría cierto paternalismo eclesial, que todavía queda, y nos haríamos más parte de un pueblo, que debe ser sujeto de su liberación y no objeto de la sola limosna y “ayuda fraterna”.
Este es mi convencimiento ante el Cristo que habita mi ser. Creo que esto lo saben los cristianos: laicos, obispos sacerdotes, religiosos y religiosas, hasta el mismo Papa. A nombre de Jesús, "echaran las redes" "lo dejarán todo para seguir a Cristo, solidarizando con pobres en situaciones concretas."

domingo, 3 de febrero de 2013

“Privados del espíritu profético”




 4 Domingo Tiempo ordinario (C). Lucas 4, 21-30.
Sabemos que históricamente la oposición a Jesús se fue gestando poco a poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta acabar en su ejecución en la cruz.
También lo sabe el evangelista Lucas. Pero, intencionadamente, forzando incluso su propio relato, habla del rechazo frontal a Jesús en la primera actuación pública que describe. Desde el principio han de tomar conciencia los lectores de que el rechazo es la primera reacción que encuentra Jesús entre los suyos al presentarse como Profeta.
Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos.
A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene su importancia. Dios no se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del templo. Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la ley. Se ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación.
Olvidamos que la religión cristiana no es una religión más, nacida para proporcionar a los seguidores de Jesús las creencias, ritos y preceptos adecuados para vivir su relación con Dios. Es una religión profética, impulsada por el Profeta Jesús para promover un mundo más humano, orientado hacia su salvación definitiva en Dios.
Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús. A pesar de las grandes manifestaciones proféticas que se han ido dando en la historia cristiana, no deja de ser verdad lo que afirma el reconocido teólogo H. von Balthasar: A finales del siglo segundo “cae sobre el espíritu (profético) de la Iglesia una escarcha que no ha vuelto a quitarse del todo“.
Hoy, de nuevo, preocupados por restaurar “lo religioso” frente a la secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y “se alejará” para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán su acción salvadora.
José Antonio Pagola